La Parábola “El Vestido Nuevo y el Vino Nuevo”, y su idea principal de no poder enmendar con tela nueva un vestido viejo, ni colocar vino nuevo en odres viejos, me hace pensar en que “lo novedoso” del contenido del evangelio de Jesucristo está siendo colocado en un recipiente anticuado de religiosidad que le resta su valor y su frescura.
Mejor comienzo desde el principio. La primera pregunta que le hice al texto fue: ¿Qué es lo nuevo y qué es lo viejo? El texto me habla de religiosidad judía y el mensaje del Reino de Dios encarnado en Jesús. Entonces me respondí con dos conceptos haciéndome otra pregunta: ¿Cuál es la diferencia entre religión y espiritualidad?
La espiritualidad es la experiencia humana de lo sagrado, trascendente, divino. La religión es la manera como el ser humano organiza y vivencia esta experiencia. Espiritualidad es una experiencia humana universal. Religión es una experiencia humana condicionada a dogmas, ritos, códigos morales y grupos de personas que creen en las mismas cosas y celebran su espiritualidad de la misma manera. Las religiones más conocidas en el mundo son: Judaísmo, Islam, Cristianismo, Hinduismo y Budismo. La espiritualidad es lo que los seres humanos tienen en común. Por ejemplo, tanto el Dalai Lama como el Papa Benedicto XVI tienen una espiritualidad, pero tienen creencias diferentes. Uno es budista y el otro es cristiano. En términos simples, así como el ser humano tiene corporalidad (relación con el cuerpo) y racionalidad (relación con la mente), también tiene espiritualidad (relación con las realidades espirituales). La religión es la manera como cada ser humano desarrolla y practica su espiritualidad.
Entonces, ¿Qué me plantea este texto?. Dentro de cada religión existe una variedad de formas de vivir la espiritualidad. Por ejemplo, en el Cristianismo la espiritualidad puede ser vivida de una forma Católico Romana y otra Protestante, e incluso dentro del Protestantismo existen ramificaciones como el protestantismo histórico, el pentecostalismo y el neo-pentecostalismo. En Chile, los protestantes quedaron conocidos como “evangélicos” o popularmente como “canutos”; y a su vez dentro de este espectro religioso se encuentran los “presbiterianos”. Significa que, ser “presbiteriano” es una rama del protestantismo, que a su vez es una rama del Cristianismo, que a su vez es una de las cinco grandes religiones.
Cuando el texto nos habla de “vino nuevo” nos está hablando de una realidad que trasciende un marco religioso. Está hablando del Reino de Dios y su acercamiento a la experiencia humana. Nos está hablando de la posibilidad real de una relación con Dios directa, espontánea, amorosa y comprometida. Todo tipo de religiosidad no debería enmarcar esta relación dinámica (a la cual llamaremos de “espiritualidad bíblica”), por el contrario, la debería promover.
Colocar “vino nuevo” en “odres viejos” es el intento de encuadrar nuestra espiritualidad bíblica dentro de una anticuada religiosidad. Que Dios nos libre de realizar esta tarea “adrede” y nos ayude a desarrollar una espiritualidad bíblica que sea latente en nuestras iglesias.
Caleb Fernández P.
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