sábado, 10 de mayo de 2008

Caminos con corazón

“mi corazón gozó de todo mi trabajo; y ésta fue la recompensa de toda mi labor”
(Eclesiastes 2:10).

“Un camino con corazón”, diría el poeta latinoamericano Castañeda, “es aquel que se recorre por el solo placer de hacerlo, aunque no conduzca a ninguna parte. Si tiene corazón, el camino es bueno; si no, convierte a quien lo transita en víctima de la vida”.

El camino laboral con corazón está construido sobre fortalezas, no sobre debilidades. Se fluye con él porque vocación y aptitudes parecen haber sido especialmente diseñadas para el trabajo que se está realizando. Tiene corazón porque lo ejecutado en el aquí y en el ahora es un fin en sí mismo y no sólo un medio para lograr otros fines en sitios y tiempos distintos al presente que ahora se vive. Recorriéndolo, se siente que se crece como ser humano y profesional, porque a través del hacer, se es cada vez más.

El buen trabajo de profesor (por ejemplo), la docencia con corazón, produce resultados tangibles para los demás; lo que entregamos enorgullece, porque sentimos que estamos colaborando a mejorar la condición humana de aquellos que nos escuchan y aprenden de nuestras lecciones.
Si nuestro camino tiene corazón nuestra vida laboral es como una danza, que se baila por el placer de bailar; si no lo tiene, es como una sesión de aeróbicos musicalizados, algo que hacemos para bajar de peso o fortalecer el músculo cardíaco y no por el placer de bailar. Si nuestro trabajo tiene corazón somos seres humanos afortunados, si no lo tiene debemos abandonarlo antes que él termine con nosotros.

Felicidad laboral, implica estar haciendo lo que haríamos gratis, y tener alguien que nos pague por ello. En otras palabras: “hacer lo que me gusta hacer y más encima que me paguen por hacerlo”.

Dios nos invita a transitar por los caminos con corazón, aquellos que se recorren por el solo placer de hacerlo. Que nuestro trabajo, que nuestros colegas, que nosotros mismos nos veamos caminando por estos caminos de la vocación realizada para no convertirnos nunca en víctimas de la vida.

Y que la recompensa a nuestra labor sea precisamente el gozo de nuestro corazón por el trabajo realizado.

¡Dios te bendiga!

Caleb

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