En el Israel antiguo formar una familia y tener descendencia era muy importante. Y, aunque suene extraño para algunos, en la actualidad las dos cosas son cada vez menos importantes.
En esta historia vemos a Rut, como una mujer viuda, joven y sin hijos. Ella y su suegra Noemí le han puesto el ojo a Booz, un dueño de una finca donde cultivan trigo y cebada. Es un hombre extraño porque a pesar de ser rico, también es correcto, generoso y querido por sus trabajadores. Además, es solterón, tal vez. Lo conocieron porque a su finca llegó Rut y se unió al resto de gente pobre que iba detrás de los segadores, recogiendo las espigas que a estos se les caía y lo que dejaban sin segar en la maniobra.
Booz probablemente le había dado a Rut señales de interés en ella: se averiguó su historia, dio órdenes que no la molestaran, instruyó a los trabajadores para que dejaran caer espigas para ella y la invitó a comer (Rut 2:1–23). Noemí se entera de todo y diseña un plan para que Rut y Booz lleguen a algo. Pero el plan, por muy bíblico y canónico que sea, le hace abrir los ojos (y quizá la boca) a cualquiera: “perfúmate, ponte la mejor ropa y métete en su cama” (v.3-4). El lenguaje, la situación y la oscuridad son altamente sugestivos.
Pero, antes de que alguien saque conclusiones precipitadas es importante aclarar que el lector cristiano de la Biblia debe ejercitar la humildad en la interpretación de Rut 3. Este plan de Noemí sugiere que se trata de una práctica establecida y sabida, es decir, de una costumbre para proponer matrimonio ya que Noemí le dice a Rut “él te dirá qué debes hacer” (v.4) y este hecho debe entenderse en el marco de la ley del levirato: la viuda sin hijos se casa con el familiar soltero más cercano al difunto.
Por otro lado, la Biblia no cuenta historias para ingenuos ni espera que nos hagamos los ingenuos al leerla. Si un hombre viola a una mujer, la Biblia lo cuenta (Jue 19; 2 Sam 13); si quiere hablar de erotismo, lo hace (Cantar de los Cantares); de modo pues que no es necesario ponerle al texto suspicacia ni malicia cuando no la tiene. Es decir, Rut 3 no trata de una historia eufemística que en realidad quiere contar “otra cosa”.
El libro de Rut es el relato de la construcción de una familia dentro del marco del Pacto de Dios con Su Pueblo, y en este capítulo estamos delante de una costumbre muy bella y romántica del Israel antiguo, que no intenta dejar de lado los detalles de la conquista y consumación del amor entre dos personas. Si alguna vez usted pensó que la Biblia sólo habla de ángeles y demonios, de un Dios y un diablo, ésta historia nos envuelve en una trama muy humana, aunque sólo para adultos.
Pr. Caleb Fernández P.
No hay comentarios:
Publicar un comentario