viernes, 18 de marzo de 2011

Dios, nosotros y Japón

En estos últimos tiempos es inevitable pensar que estamos cerca del fin del mundo. Situaciones sociopolíticas como la de Egipto y Libia, desastres naturales como las lluvias e inundaciones en Brasil, los terremotos en Haití, Chile y Japón, seguidos de tsunamis, y junto a esto, la preocupación por el accidente nuclear de proporciones aún desconocidas; nos hacen pensar que estos desastres naturales y caos social, son el anticipo de la segunda venida de Cristo.

Las explicaciones que podemos dar frente a fenómenos socio-políticos y especialmente a cataclismos naturales nos permiten articular al menos tres variables: la realidad de un mundo hostil, la vulnerabilidad de la condición humana y la ausencia, distancia, omisión o (para algunos en el peor escenario) participación de un eventual ser superior, que podemos denominar DIOS.

Delante de este cuadro, en que la tragedia está distribuida sin tomar en cuenta los méritos y desméritos de sus víctimas, en donde los sabios, justos y piadosos no tienen ninguna garantía en términos de protección especial contra el sufrimiento; los hechos y fenómenos del mundo parecen mostrarnos que convivimos con una buena dosis de aleatoriedad y contingencia.

Pero, varios de nosotros podríamos objetar que sí existe un propósito por detrás de los eventos y acontecimientos, que a nuestros ojos son aleatorios, pero a los ojos de Dios son determinados por una necesidad justificada por Su propósito eterno. Sin embargo, la realidad nos sobrepasa y debemos ser honestos también en reconocer que lo que vemos y vivimos “está muy lejos [de ser comprendido] y es muy profundo; nadie podrá descubrirlo” (Eclesiastés 7.24).

Nadie es capaz de entender lo que sucede debajo del sol. Por más que se esfuerce filosófica y teológicamente para descubrir el sentido de las cosas, el hombre no lo encontrará, “porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos” (Isaías 55.8,9).

El asunto es que, a pesar de que la afirmación “Dios es soberano” es verdadera; ésta no puede constituirse en nuestra bandera para sentirnos aliviados y quedarnos de brazos cruzados. La reflexión teológica desligada de la vida, paraliza.

La propuesta bíblica es que podamos interpretar los hechos desde la práctica de la fe. Ya lo decía el poeta: “en medio de tantos sueños, y conversaciones inútiles; tú, teme a Dios” (Eclesiastés 5.7). El “temor al Señor” es el estilo de vida de quien toma la vida de forma realista y honesta, pues se siente responsable de sus creencias, valores y estilo de vida, en la consciencia de reconocer que todo es fruto de la gracia de Dios, y en la necesidad de responder maravillado y agradecido por todas y cada una de Sus obras.

No sé cuál es el propósito divino que se esconde por detrás de una tragedia como la de Japón, pero sé que debo pedir a Dios por las miles de personas que sufren y debo comprometerme también con acciones de compasión y solidaridad.
La respuesta bíblica al sufrimiento no es mágica, ni tampoco filosófica o teológica, sino práctica y ética.

Pastor Caleb Fernández P.

2 comentarios:

Sembrando Dudas dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Sembrando Dudas dijo...

Que bueno que esta escribiendo...

Me recuerda un ejemplo, que le sucedio a un amigo que estudiaba teología para sacar su Doctorado. Un día tenían una prueba, llegaron nerviosos a darla...pero no contaban con la sorpresa de la pregunta que hizo el profesor. Aquel maestro tenía un amigo mendigo, con el que conversaba a menudo, ese día que todos habían estudiado y repasado mucho sobre la biblia él le pidio a su amigo que se parara frente a la universidad. Cuando el profesor entro a la sala solo hizo una pregunta: ¿Quien se acerco al mendigo que estaba en la puerta? el curso completo quedo en silencio, aumaticamente todos reprobaron la asignatura a pesar de saber mucho de la biblia, por no ponerla en practica...

Eso es lo que yo veo en su escrito, muchas veces nos ahogamos en pensar cuando Dios viene por su pueblo, pero olvidamos las cosas cotidianas, simples de la vida que nos hacen ser humanos. Su escrito habla de eso, de observar nuestro mundo y ver las necesidades,nos hace detenernos y ser sensibles a ellas para poder acercanos a cientos de personas que necesitan de Dios.

un abrazo!