Sola Scriptura y Autoritarismo Dogmático

Estudiando para el sermón “Biblia y Religión: Una relación difícil” (Marcos 7:1-23), del domingo 23 de setiembre 2007 me topé con un artículo titulado: “Sobre la teología de los reformadores: Unas Reflexiones” del teólogo Juan Stam, que publicamos en nuestra página web.

Me pareció interesante que la iglesia evangélica pueda recordar nuevamente que el principio reformado de sola scriptura necesariamente relativiza toda tradición y toda autoridad humana, inclusive las eclesiásticas. Si tomamos en serio el valor objetivo y absoluto de la Palabra de Dios, ninguna autoridad humana puede imponerse sobre la conciencia del creyente, si no puede fundamentarse en las Escrituras. Esto mismo, lo expresó Lutero elocuentemente en su defensa ante el Dieta de Worms (1521):

“Mi conciencia es cautiva de la Palabra de Dios. Si no se me demuestra por las Escrituras y por razones claras (no acepto la autoridad de papas y concilios, pues se contradicen), no puedo ni quiero retractar nada, porque ir contra la conciencia es tan peligroso como errado. Que Dios me ayude. Amén”.

Me considero, por convicción histórica, un cristiano con total sumisión a la Palabra de Dios, y por ser realmente bíblico, en esa misma medida, soy libre para "examinarlo todo" con una cuidadosa y evangélica interpretación teológica.
Por esto mismo, no creo saludable que algunos cristianos asumamos autoritarismos dogmáticos, porque ser bíblico es ser mentalmente libre, abierto y crítico. No se puede ser bíblico y seguir siendo cerrado y dogmático. Hay dogmas objetivos y absolutos que nadie cuestiona (ej. La Trinidad), no me refiero a este tipo de convicciones, me refiero a todo aquello que es pasible de diferente interpretación aún dentro de un marco reformado.

La Palabra de Dios le da sentido a nuestra teología en la medida que esta sea estrictamente fundada en aquella. Sin embargo, lo que ariesgamos intelectualmente debe ser responsablemente enseñada, mostrando la subjetividad de nuestra interpretación. Pues la obediencia a Dios y a su Santa Palabra tienen como corolario la liberación de los miembros de nuestras iglesias de toda autoridad y tradición "posiblemente" no bíblica que va en contra de la exclusiva autoridad normativa de la Palabra de Dios.

Creo, como Lutero, que el cristiano que está sometido incondicionalmente a la Palabra liberadora de Dios, "es el más libre de todos los seres humanos", porque cuando nuestra conciencia es cautiva de la Palabra de Dios, no podrá ser nunca cautiva de tradiciones humanas, ni de autoridades humanas que pretendan colocarse al nivel de, o incluso por encima de, la Palabra de Dios.

Redundando en lo dicho, como iglesia que no podemos ser bíblicos sin ser mentalmente libres, abiertos y críticos frente a cualquier autoritarismo dogmático.

Caleb Fernández P.