Este mes de abril comenzamos uestra Nueva Serie de Mensajes: “Quitando la máscara de la familia perfecta”, con uno de los textos bíblicos más complejos de explicar, en función de nuestra construcción ética de familia, aunque debemos admitir que la realidad diversa a la que otorgamos el nombre de “familia”, y que ordenamos en la categoría de las familias verdaderas, es una familia real.
Pierre Bourdieu, nos dice en su escrito sobre la familia: “para que la realidad que se llama ‘familia’ sea posible, deben darse unas condiciones sociales que no tienen nada de universal y que, en cualquier caso, no están uniformemente distribuidas”. Es en este sentido, que debemos reconocer, no existen familias perfectas (tal como se nos ha impuesto) y en el texto bíblico que abordaremos hoy, tal vez tengamos el mejor ejemplo de que esto es así.
La familia es un proyecto de Dios, pero es una construcción humana. No es construida por ángeles, sino por personas complejas como Jacob, Raquel, Lea, y todos los hijos de esta familia que se presenta como una radiografía de una familia de carne y hueso, una “familia real” que le quita la máscara a la familia perfecta.
El relato bíblico que leeremos hoy es, nada más y nada menos, que el comienzo de la historia de Israel, el pueblo de Dios. Y lo que veremos en esta historia es como Dios trae equilibrio a una familia imperfecta; nos daremos cuenta que, tarde o temprano, nuestro hogar se tornará una expresión de lo que somos; que muchas veces ponemos demasiada presión en nuestros hijos, debido a nuestras propias frustraciones; nos enrostra que el tiempo y las circunstancias no van a resolver nuestros problemas; que el hombre o mujer que actúan equivocadamente de manera reiterada pierden sensibilidad y autoridad dentro de su hogar; entre otros temas.
Esta Serie NO es apta para quienes quieren escuchar que Dios ideó una sola y perfecta forma de ser familia. Dios quiere traer ESPERANZA a nuestras familias y quiere darle SABIDURÍA por medio de Su Palabra para seguir construyendo la familia que Él le permitió tener.
Pierre Bourdieu, nos dice en su escrito sobre la familia: “para que la realidad que se llama ‘familia’ sea posible, deben darse unas condiciones sociales que no tienen nada de universal y que, en cualquier caso, no están uniformemente distribuidas”. Es en este sentido, que debemos reconocer, no existen familias perfectas (tal como se nos ha impuesto) y en el texto bíblico que abordaremos hoy, tal vez tengamos el mejor ejemplo de que esto es así.
La familia es un proyecto de Dios, pero es una construcción humana. No es construida por ángeles, sino por personas complejas como Jacob, Raquel, Lea, y todos los hijos de esta familia que se presenta como una radiografía de una familia de carne y hueso, una “familia real” que le quita la máscara a la familia perfecta.
El relato bíblico que leeremos hoy es, nada más y nada menos, que el comienzo de la historia de Israel, el pueblo de Dios. Y lo que veremos en esta historia es como Dios trae equilibrio a una familia imperfecta; nos daremos cuenta que, tarde o temprano, nuestro hogar se tornará una expresión de lo que somos; que muchas veces ponemos demasiada presión en nuestros hijos, debido a nuestras propias frustraciones; nos enrostra que el tiempo y las circunstancias no van a resolver nuestros problemas; que el hombre o mujer que actúan equivocadamente de manera reiterada pierden sensibilidad y autoridad dentro de su hogar; entre otros temas.
Esta Serie NO es apta para quienes quieren escuchar que Dios ideó una sola y perfecta forma de ser familia. Dios quiere traer ESPERANZA a nuestras familias y quiere darle SABIDURÍA por medio de Su Palabra para seguir construyendo la familia que Él le permitió tener.
Pastor Caleb Fernández P.
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